la sanidad, la enseñanza, las leyes y también trajeron consigo los secretos de la elaboración del vino.
Aparte de las célebres ruinas de Itálica (etapa 1) y de Augusta Emérita (etapa 4), capital de la Lusitania, a la Vía de la Plata se asoma un amplio elenco de vestigios menores que el pedaleo diario os irá desvelando gracias a la guía BICI:MAP.
Arco de Cáparra (etapa 7)
Solitario en medio de la nada, se eleva el arco tetrapilón de Cáparra. Una visión casi irreal. Es el vestigio más llamativo que legó la ciudad romana de Cáparra que llegó a tener una extensión de entre 14 y 16 hectáreas, además de notables edificios, entre ellos un anfiteatro y dos grandes templos. Estos arcos tan peculiares, marcaban el cruce entre dos principales vías y el de Cáparra es el único que ha llegado a nuestros días casi intacto en toda España. Todo esto se explica en el centro de interpretación construido a la entrada de las ruinas, donde mediante paneles, fotografías y vídeos, se recrea cómo fue la ciudad.
Acueducto de los Milagros (etapa 4)
A la salida de Mérida y sobre el cauce del río Albarregas, se alza el acueducto de los Milagros de 792 metros de longitud, construido para abastecer con el agua del embalse de Proserpina la ciudad de Emérita Augusta. El nombre de los Milagros se lo dieron los emeritenses por lo asombroso de su envergadura y porque, dos mil años después de su construcción, este airoso equilibrista de piedra aun permanece de pie.
La calzada (etapa 8)
En la época romana se construyeron en la Península Ibérica unos 10.000 kilómetros de calzadas. La amplitud y el pavimentado de las calzadas constituían una garantía para los viajeros, tanto es así que a la caída del imperio los visigodos, musulmanes e hispanocristianos las mantuvieron en uso. Hoy la mayor parte de su piedra yace bajo el asfalto de las carreteras o sus sillares de piedra pulida desaparecieron para ser empleados en la construcción de edificios. Pero aún quedan vestigios de aquellas obras de ingeniería que pisaron tribunos, luchadores y legionarios,… comidos por la hierba y los matorrales.
A la salida de Baños de Montemayor, se ha reconstruido poco más de un kilómetro de la antigua calzada que permite disfrutar de su perfecto trazado.
Puentes (etapa 5)
Para salvar la orografía, los romanos levantaron en su Imperio unos 2.000 puentes, obras de ingeniería increíblemente funcionales y de gran estética. Para su construcción utilizaron el arco de medio punto, heredado de los etruscos, que perfeccionaron. Para mantener el equilibrio de fuerzas y pesos de las piedras que lo forman, contaban con cimientos, contrafuertes y un centrado perfecto. El buen hacer ha permitido que incluso los puentes de grandes proporciones, como el de Mérida o el de Salamanca, desafíen el tiempo y lleguen indemnes a la actualidad. Pero los hay mucho más humildes, como el de la entrada de Casas de Don Antonio o el de Santiago, antes de Aldea del Cano.
Miliarios (etapa 6)
Entre la larga lista de elementos que equipaban las calzadas se encontraban los miliarios, unos cilindros de piedra tallada colocados cada 1.000 pasos romanos (entre 1.468 y 1.480 m). Eran los postes kilométricos de ahora. A lo largo de la ruta aparecen muchos, derribados junto a la calzada o adosados a muros y cercados de piedra. Pero pasado Casar de Cáceres, aparece un insólito depósito de miliarios, unos yaces caídos y semienterrados, otras permanecen en pie entre los berrocales.
Termas (etapa 8)
SPA viene del latín ‘sanitas per aquam’. Las termas eran muy populares entre los romanos. Las aguas sulfurosas de Baños de Montemayor que emergen a 40 grados centígrados no pasaron inadvertidas, y levantaron en torno a ella una estación termal muy frecuentada por los habitantes de la ciudad romana Cáparra. Bajo el actual balneario aún pueden apreciarse restos de las termas romanas y en el pequeño museo verse aras votivas dedicadas a las ninfas que protegían la fuente.