serán los detalles emocionales y los pequeños extras de recorrido que harán que el cicloviaje se vuelva inolvidable. Aquí os dejamos algunas pistas de la guía bici:map para saborear algunos detalles del viaje, al margen de los grandes focos turísticos.
1. En una etapa de 60 km de pedaleo, plantearse subir, arrastrando la bici a un mirador o a un castillo, cuesta, pero la recompensa siempre es grande, incluso con mal tiempo. Aun tengo el recuerdo de los 768 escalones de la torre de la catedral de Ulm. Las piernas no me flaquearon gracias a los 200 km de preparación desde Donaueschingen.
2. Los Biergarten, la traducción literal es 'jardín de la cerveza’. Se distinguen por sus mesas y bancos de madera en un patio con árboles y suelo de gravilla. A lo largo de la ruta aparecen en los lugares donde menos se espera. Son perfectos para un alto en el camino y disfrutar codo con codo con otros ciclistas de una jarra de cerveza de tamaño descomunal acompañada de unos Bretzel calentitos y salchichas ¡Prost!
3. Las variantes enriquecen el Donauradweg, a pesar de que suponen añadir kilómetros a la jornada y de que andemos siempre muy ajustados de tiempo. Hay muchas de esas variantes en la guía. Por ejemplo, a partir de Passau podemos elegir cualquiera de las márgenes del río y cada una tiene su encanto. Algunas son francamente bonitas, como la del valle del Blautal, lo que merece un pequeño esfuerzo.
4. Tanto en Alemania como en Austria, las Bäckerei (pastelerías) son toda una institución. En un viaje en bici son muy socorridas. La diversidad de los panes y panecillos es increíble, los Brezel en forma de lazo son perfectos para un tentempié matutino. Mientras que para la hora del Kaffe-Kuchen, se puede escoger entre Apfelstrudel, Käsekuchen, Mohnkuchen con semillas de amapola o Streuselkuchen con miga por encima. La elección es difícil.
5. En las primeras etapas, solo veíamos canoas surcando el río, pero a partir de Ulm comienza el tráfico de verdaderas embarcaciones. Son de todo tipo, desde lanchas de motor, veleros, cruceros hasta colosales cargueros llenos de coches o de chatarra ¡Las escenas tienen algo de surrealista! A partir de Kelheim, los transbordadores hacen de puente entre una orilla y otra. A veces son barcazas de fondo plano, otras no tienen motor y cruzan gracias a un cable, al modo antiguo. Una buena manera de ver el paisaje fluvial con otro ángulo.