Las estadísticas nos dicen que para la mayoría de las opiniones, se repite como primer argumento: la masificación del Camino Francés. Le sigue la climatología benévola frente al secarral de la meseta y en último la espectularidad de los paisajes. Esto es sobre el papel, porque lo cierto es que tras nuestras primeras pedaladas, el tercero argumento se impuso. Los soberbios paisajes nos atraparon: acantilados, bahías, playas surferas, apacibles rías, montañas que llegan literalmente al mar, cabos que penetran valientemente en el mar, brumosos bosques y verdes prados, pueblos pesqueros, humildes caseríos, casas indianas… En una sola jornada hemos llegado a apretar el botón de la cámara de fotos más de 200 veces. Más que nunca, en este Camino la meta está en el camino. ¿Qué opináis?...